¿Hacia dónde está yendo el periodismo en la actualidad? ¿La digitalización ha logrado matar las conexiones entre periodistas y usuarios? ¿Hacia dónde va la audiencia? Todas estas preguntas no tienen un respuesta sencilla y la modernidad es un marco, pero no la respuesta absoluta. «Los periodistas no están donde está la audiencia. No hablan como habla la audiencia. No buscan noticias donde las consume la audiencia. La desconexión es evidente.» Mauricio Cabrera arrima una mirada posible al respecto en el artículo de su blog. La contradicción de informar en un mundo en donde las noticias nunca están en las redacciones o en los medios sociales, aunque parezca que sí lo están.
En el juego del espejo y el reflejo, cada medio social parece tomar el pulso a la instantaneidad, al río constante de información que fluye por ellos y en donde muchas veces algún post con cierta popularidad termina en la portada de un diario impreso o en el noticiero central de la televisión. Cada medio social en su espectro ocupa un rol en relación a esa información. LinkedIn, por ejemplo, muestra un uso más depurado de la información. Conecta profesionales capacitados y corroborados, pero su masividad queda opacada al contrastarlo con Twitter. Calidad por cantidad. Al mismo tiempo mucha gente (por sorpresa) aún utiliza Facebook para informarse. Vaya paradoja, la red social más antigua es la que mas popularidad sostiene en el tiempo presente. Aún en la suma general de alcance y de la supuesta representatividad, Facebook y en particular Twitter no representan una medida de lo que ocurre. Sin embargo, los periodistas parecen utilizarlo a la orden del día, obviando tal vez su total pérdida de representatividad, confianza pública y por ende credibilidad. La opinión es libre pero los hechos son sagrados y en el medio de la vorágine de los tweets y retweets esto no debería perderse de vista. Desconectarse o desentenderse de esta dimensión está alejando de manera poco sutil a los periodistas de las audiencias. El instituto Pew Research lo deja muy claro al reflejar lo que está pasando por ejemplo en Norteamérica.
Las tecnologías más disruptivas están formando una nueva era en materia de comunicación. ¿Por qué estamos anclados en el pasado cuando el presente es de modernidad? Las noticias están descentralizadas y dejaron de ser, hace rato, el núcleo de la información dando paso a nuevos temas y enfoques, revitalizando la importancia de los datos en un recorrido digitalizado. El futuro parece estar en el intercambio de información en un flujo que no tiene una regulación o coordinación central. Así funciona por ejemplo el sitio Ramblist, con una redacción global y abierta a la comunidad para que todos puedan escribir y editar las noticias utilizando blockchain e inteligencia artificial. «Gracias a la infraestructura de inteligencia artificial que posee el sitio web, esta se encarga de comprobar la calidad y veracidad de los hechos antes de ser publicados». Una idea apoyada en el Human Protocol, que busca asegurar la fiabilidad de las noticias a nivel global combatiendo la pandemia más importante y dañina e estos tiempos a nivel informativo, las noticias falsas.
Twitter no es un medio social desde donde se pueda extraer información fiable. En primera instancia porque la mayoría de los usuarios no suelen ser periodistas profesionales sino simples repetidores de la información que navega y se reproduce en el medio social, sin chequeo, sin elaboración ni mucho menos construcción de algún sentido informativo. No tienen porque hacerlo pero, a nivel informativo, no hay ni puede haber fiabilidad en la reacción instintiva ante la publicación de un tweet o de un retweet. Si encontramos abundante opinión, humor, ironía y sarcasmo que siempre son bienvenidos, no así las noticias falsas.
A costa de hacer futurología, algo que siempre es muy resbaladizo, podemos imaginar que los medios sociales en algún momento quedarán obsoletos o de mínima cambiarán de manera radical a como los conocemos hoy en día. Seguro darán paso a nuevas formas de comunicar y de entender las noticias. Abstraerse de la realidad siempre cambiante del entorno digital solo repetirá errores pasados.