Nuestra vida cotidiana se ha visto magnificada y revolucionada por la introducción de sistemas de Inteligencia Artificial que al mismo tiempo, han hecho una revolución del presente. Casi todas nuestras tareas hoy están (o pueden estar, depende del gusto de cada uno) dentro de los nuevos procesos de automatización. ¿Será que los medios se reformarán con esta nueva forma de comunicar? ¿Es la IA el creador de historias del siglo XXI?
Este blog ya ha tratado temas similares en: El futuro de la información y el diseño
La introducción de los nuevos modelos de inteligencia artificial en la vida cotidiana de millones de personas creará quizás la mayor disrupción que la sociedad humana haya enfrentado: la incapacidad absoluta de diferenciar realidad de ficción. Con la firme capacidad de moldear realidades, la Inteligencia Artificial entra en el campo de la creación de historias y pone en apuros a la mayoría de los creadores de contenido. Desde el vamos, es capaz de recrear una imagen o un video que incluya personas que no están ahí. Y se pone peor, también hace creer que es real.
El sistema que se debe volver resistente a esta situación es nuestra propia mente. Aprender y entrenar para distinguir que noticias incluyen imágenes o videos adulterados. Sino, la paranoia se volverá moneda corriente para la mayoría de los lectores: es posible que se vuelva imposible controlar al monstruo que hemos soltado en el mundo. Que la crisis de confianza lleve a que se rompa el sentido absoluto de la realidad, esa que tanto debemos defender. Un caso particular se dio en China, dónde un ciudadano utilizó la Inteligencia Artificial para generar contenido falso y fue detenido por las autoridades: el sujeto habría generado una noticia completamente inventada por ChatGPT sobre un accidente de tren, lo que ha llevado a las autoridades de Beijing a arrestarle.
El desarrollo de la Inteligencia Artificial permitió la creación de imágenes ultrarealistas desde cero, a partir de herramientas fáciles de usar que están al alcance de todos. Una democratización en su uso que a su vez genera infinitos problemas. ¿Quién separa realidad de ficción en una imagen? ¿Tenemos todos los ciudadanos los componentes educativos para darnos cuenta de esto?
La respuesta es negativa y el problema, de tal magnitud, permite replantearnos algunos conceptos. Solo educando a la población íntegramente se logrará que la manipulación de datos, fotos y videos sea solo una expresión humorística: a esto debe sumarse la responsabilidad de cada usuario de hacer el ejercicio de «cuestionar todo el tiempo» las imágenes que ve, y no tomarlas como una verdad absoluta.
No es bueno asumir que viene un apocalípsis con cada nueva innovación, sino empezar por redefinir el rol del informador y del creador de contenido. Todos tenemos una responsabilidad que debemos respetar, desde el buen uso de la información hasta la buena lectura de la información. Nadie tiene la verdad absoluta y la Inteligencia Artificial, menos que menos.