Hace unos días me invitaron a escribir un artículo sobre tendencias en la comunicación y el diseño. Luego de pensarlo unos días, agradecí la invitación y preferí dejarle el espacio a otra persona. Los economistas dicen que se pasan el diez por ciento de su tiempo intentando descifrar las tendencias futuras y el noventa por ciento restante explicando por qué éstas no se cumplieron. Hablar de tendencias – en la comunicación y el diseño- a veces, tiene ésta misma complicación. No es muy seductor pasar el tiempo explicando por qué no se dieron las cosas como uno creía. La predicción del futuro tiene esos riesgos y a veces es mejor evitarlos por que no agregan valor y por sobre todas las cosas, no creo tener la capacidad de predicción de nada.
Con el desafío que nos presenta la web 4.0, con nuestros trabajos cambiando de espacio, tiempo y forma (este artículo publicado en The Economist desgrana muy bien este punto), con usuarios que mutan y adoptan cada nuevo paradigma tecnológico con naturalidad y con nuevos perfiles de trabajo para medios digitales, por nombrar alguno, y con un promedio de horas de trabajo frente a un monitor que hoy supera las 9 horas diarias mínimo y alargando los días, cabe preguntarse si todo esto está pasando ¿Por qué no cambiaría el diseño y la comunicación? Lo contrario sería lo extraño o lo que de verdad nos sorprendería.
Los pequeños cambios que se van dando, por acumulación, terminan siendo grandes luego de un tiempo. Así se contruye hoy la red de redes que transitamos. Por ejemplo, un cambio en la estructura de las búsquedas que podemos hacer gracias al MUM (Multitask United Model) se perfila como una poderosa e intuitiva forma de iteración que permitirá indexar video, imágenes y audio (además de texto) para obtener información impactando de esta manera en la forma en que se hará mercadeo digital y SEO tal vez dentro de poco tiempo.
A veces hablar de tendencias (como una forma de intentar predecir lo que vendrá) es en realidad hablar de lo que ocurre y no tanto del posible devenir. Al fin y al cabo, estas supuestas tendencias no son más que ubicar en el presente y en un lugar algo que empezó como una simple enunciación algo abstracta, pero que al mismo tiempo, alguien necesita que se vaya construyendo como posibilidad futura potencial, para que, en ese recorrido se convierta en una propuesta de valor. Esto sería como una especie de juego de espejos enfrentados donde no distinguimos dónde empieza (la supuesta tendencia) y dónde termina el reflejo de la imagen (la concreción de esa supuesta tendencia). Al igual que el metaverso del que todos hablamos hoy y qué, de alguna manera, vamos construyendo al hablar de él aún teniendo poca idea de su verdadero valor potencial, utilidad y por sobre todo como posible nuevo paradigma del entretenimiento, el diseño y la comunicación.